5 . LA MAYÉUTICA Y LA REVOLUCIÓN EDUCACIONAL
Todo niño atesora
en la entraña más íntima de su prodigioso ser los gérmenes
del bien y de la sabiduría que, para
desarrollarse y salir a
la luz, sólo requieren de tiempo y de la ayuda benigna
y cuidadosa de las energías del entorno naturosocial.
Para
optimizar esta ayuda es que las sociedades y los estados han instituido
especialmente los sistemas educacionales. Sin embargo, si éstos, ignorando
el indispensable y trascendente rol de la Mayéutica, sólo
se valen de la solemnidad pedagógica o del artificio didáctico, entonces
la formación y el establecimiento de la bondad y de la verdad en el
hombre seguirán siendo traumáticos, limitados, deficitarios o
nulos.
Sin mayéutica no
hay ni mística ni apostolado docente y
sin éstos la educación verdadera no existe, pues sólo el mayeuta es capaz
de exducir la potencial humanidad del hombre que
es lo único capaz de hacerle digno.
El mayeuta para ser tal necesita de
la Hermenéutica para comprender y explicarse el por
qué de su misión; de la Teleología para
determinar la finalidad de
su cometido; de la Propedéutica para
estar preparado personal y profesionalmente y
así asumir optimista y óptimamente tan sublime responsabilidad; de la Somatosicagogía para conocer
las potencialidades ilimitadas del ser humano como unidad somatoespiritual y
contribuir así eficazmente a su desarrollo; de la Logística
educacional para saberse
implementar de recursos, medios, materiales e instrumentos válidos
como auxilio de su labor; de la Antropagogía para conocer
la realidad de cada educando como entelequia
potencial, es
decir, como ser perfectible, único e irrepetible y así proyectar su
desarrollo y realización; de la Ecología
educacional con la finalidad de conocer
las influencias del entorno con el cual interactúa estrechamente
el educando; de la Antropología educacional que le
dará pautas de desarrollo sicológico
y de devenir sociológico para el
tratamiento óptimo del individuo y del grupo; de la Validación
educacional con los únicos e ineludibles propósitos de verificar,
principalmente en la labor docente, su actitud comprometida, empática y resiliente, pues el nivel de cada educando es el fiel reflejo de su labor.
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