14. LA EDUCACIÓN COMO TRATAMIENTO TRASCENDENTE

      Para cada uno de nosotros, en tanto seres humanos, vivir siempre debió consistir en ejercer a plenitud nuestro sagrado designio trascendente de re-crearnos virtuosamente para re-crear nuestro entorno en bien propio y ajeno; en tanto que educarnos sería ejercitarnos para el ejercicio de la vida en el laboratorio mismo del entorno naturosocial que nos ofrece todo, desde lo más sencillo y accesible hasta lo más complejo, remoto o enigmático, para descifrarlo, interpretarlo y perfeccionarlo gratificante y edificativamente.
      Esa constante y cuidadosa ejercitación constituye el PROCESO por excelencia que permite el paulatino y armónico desarrollo de nuestras potencialidades el cual es, incuestionablemente, único e irrepetible en cada individuo, no obstante que este tratamiento formativo es necesariamente colectivo, dada la gregaria naturaleza humana y la diversidad y complementariedad de las virtudes individuales. Empero, el tratamiento en grupo no debe servir de justificación o pretexto para imponer sistemas educacionales rígidamente estandarizados como si educar se tratase del procesamiento en serie de un producto mercantil cualquiera y no del PRODIGIO AFECTIVA, INTELECTIVA y EMOCIONALMENTE DIVERSO que, indudablemente, es el SER HUMANO.
      El verdadero tratamiento educativo al atender la diversidad está garantizando la igualdad de condiciones y oportunidades para todos, sin excepciones ni exclusiones.
     Insistimos en que la Natura ya ha cumplido con hominizarnos, sin embargo la sociedad hasta hoy rehúsa humanizarse al resistirse sistemáticamente a asumir con madurez el rol  formativo que por sagrado designio le compete. Los humanos tenemos pendiente desarrollarnos espiritualmente para trascender nuestro propio soporte biológico e ir trascendiendo el mundo que nos rodea, del que estamos llamados a ser los virtuosos protagonistas.
      La Educación como tratamiento formativo trascendente tiene tres misiones:

1. El Educere(o desarrollo del ser), cuyo rol es eminentemente mayéutico(propiciador, posibilitador, facilitador) pues se encarga de coadyuvar en el despliegue y modelamiento de las actitudes, es decir, de desarrollar y acendrar los sentimientos y equilibrar las emociones. El educere, al desplegar nuestras innatas bondades e inhibir nuestras malicias, forma en nosotros tres modalidades de actitud: Vivenciales(autoestima, autovalimiento y autorrealización); Convivenciales(estimativa, solidaridad y tolerancia con nuestros semejantes);Intervivenciales(valoración, respeto y protección de todas las entidades del Universo). El ámbito humano del educere es fundamentalmente afectivo, emotivo y recreativo..
2. El Educare(o construcción del saber), cuyo rol es eminentemente hermenéutico(interpretativo), trata de descifrar, comprender y recrear  este complejísimo código que es el Universo en el que cada una de sus innumerables y diversas entidades constituyen un signo cuya decodificación va sirviendo de insumo en la construcción del pensamiento. El ámbito humano del educare es cognitivo, emotivo e inventivo.
3. El Agere(o implementación del hacer), cuyo rol es eminentemente teleológico(objetivos, ideales, finalidad) pues su propósito es la verificación de teorías, planes o proyectos que dan trascendencia a las acciones humanas. El agere lo recrea y realiza, verificándolo, todo. El ámbito humano del agere es fundamentalmente factivo, emotivo y creativo. Claro está que educere, educare y agere son complementarios y juntos hacen del humanno un ser consciente y, por tanto,  trascendente.

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