11. DESIGNIO HUMANO Y EDUCACIÓN
Ya
hemos dicho que la educación motiva, promueve y orienta la realización
perfectible del designio (diseño
somatoespiritual) humano.
La educación no es un libreto de marionetas, rígido, ni hecho
para imponer un adiestramiento en serie, sino, todo lo contrario, viene a
ser un conjunto organizado de pautas
fundamentales con la suficiente libertad
para que cada ser humano creativamente sea el virtuoso protagonista de su propia historia llena de acciones de
amor, de afanes y de sueños para propiciar una sana y constructiva intervivencia; tal es el
designio humano hecho a la medida del único ser natural trascendente de esta parte del Universo.
El
humano es un ser eminente, constante
y totalmente educable.
La educación, única arca espiritual de salvación del hombre y, por consiguiente, de la Vida y la Natura,
garantiza el verdadero desarrollo humano y su trascendente realización en cumplimiento de un sagrado
designio de asumir responsablemente el ejercicio pleno de su humanidad de bien
en sus distintas dimensiones: afectiva, emotiva, cognoscitiva, creativa y
factiva.
La
educación es esa energía espiritual de la dialéctica educare/educere que empodera al hombre en la voluntad todopoderosa de ejercer su
humanidad, desplegando su bondad y adquiriendo sabiduría, para
la preconcepción y puesta en escena
de una edificativa y gratificante intervivencia con todas las demás entidades
naturosociales.
La Natura, creadora y recreadora incesante de EL TODO como inmenso, maravilloso y pródigo escenario, ha diseñado al humano como un ser dotado de
sensibilidad, creatividad,
discernimiento y poder de realización y le ha
encomendado el rol protagónico de esta grandiosa y trascendente obra teatral: LA VIDA, cuya pauta puede él, libre y constantemente, perfeccionarla con su inmensa bondad e infinita
sabiduría para eternizarla y así trascender.
Quiero aquí, yo que en mi vida toqué fondo, dar fe de que la educación lo puede todo: Nos permite el ejercicio pleno de la BONDAD que es probadamente capaz de motivar y desarrollar nuestras VIRTUDES, así como de prevenir, curar o reorientar todas las malicias humanas: Corporales y
espirituales, innatas o adquiridas.
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